martes, 16 de noviembre de 2010

Espero que sea pronto

Llegó a casa tarde, cansada, con los pies hinchados y algo de hambre. Un vistazo rápido al frigorífico: un queso fresco pasado de fecha, dos cervezas, un par de pimientos verdes y un yogur desnatado. Poco podía hacer con una cantidad tan ridícula de materia prima; además, era la una y media de la mañana. Agarró el yogur y cerró la nevera con ímpetu. Estaba harta. Se dijo a sí misma que no aguantaría más, pero era lo mismo que se había dicho todas las noches anteriores durante los últimos tres meses. ¿Hasta cuándo? No tenía opciones, ella había lanzado sus anzuelos, pero el teléfono seguía son sonar. Pero de todos modos, no podía quejarse. No. Al menos era eso lo que le decía todo el mundo. No puedes quejarte, se repetía a sí misma mientras saboreaba la última cucharada del Vitalinea. Así, se metió en la cama soñando una vez más con esa vida que estaba por llegar y que sin duda llegaría.
A todos nos llegará.